12 Junio 2019

Radiografía de una sociedad que amenaza con romperse

Manuel Bretón, presidente de FOESSA, nos anima a leer el VIII Informe con la mirada de las personas con las que trabajamos.

Corría el año 2014, quizá el momento más difícil de la Gran recesión, cuando publicamos el VII Informe FOESSA. Sin embargo, no era un informe de coyuntura, sino un testimonio en directo de cómo se iba transformando la estructura social de este país como consecuencia de un modelo de sociedad que había roto el contrato social que se mantenía como la base de la estructura del bienestar.

El VIII Informe FOESSA, de 2019, da cuenta de las secuelas de los últimos diez años en términos de cohesión social después de un período de recuperación económica. Pero no renuncia a la caracterización de cómo se ha producido la transición de nuestro modelo social y en definir sus principales rasgos.

En el año 2014 una de cada cuatro personas se encontraba en el espacio de la exclusión social. Hoy la recuperación económica y del empleo, aún en su versión precaria, ha conseguido reducir la exclusión, pero no la erosión del ámbito de los derechos. Hemos logrado reducir el espacio de la exclusión, pero se mantiene por encima del existente en el año 2007, justo antes del inicio de la crisis.

 

Una sociedad partida en dos 

Hoy, la sociedad integrada comienza a partirse en dos grandes bloques. Por un lado, los que no se reconocían en la exclusión pero que estuvieron en ella, y que han sabido aprovechar las oportunidades que el crecimiento del empleo ha ofrecido. Miran hacia adelante sin reconocerse en la pobreza, pero la precariedad les hace perpetuarse en el filo de la navaja, sin colchón sobre el que recaer ante nuevas vicisitudes. La próxima recesión les encontrará con una capacidad de resistencia disminuida.

Por otro lado, se encuentran los que no sufrieron la crisis, y que han reforzado sus posiciones de bienestar en un sistema cada vez más excluyente. Son los que todavía creen en un Estado benefactor, pero donde el merecérselo como fórmula de accesibilidad al mismo se ha vuelto la clave que debe guiar cualquier acción solidaria. Su responsabilidad en esta sociedad desvinculada es alta, en la medida en que la clave del éxito, y para muchos de la supervivencia, se encuentra solamente en el propio esfuerzo, en la individualidad, sin tener en cuenta el origen, las oportunidades, los elementos estructurales y demás aspectos que nos permiten estar incluidos en nuestra sociedad.

 

Nuevos temas objeto de estudio

Desde el inicio de la crisis de 2007 hasta hoy hemos investigado cómo ha ido evolucionando el eje integración–exclusión en nuestra sociedad. Hemos llamado la atención sobre la fragmentación social, el debilitamiento de los derechos sociales y la reconfiguración del empleo y los mecanismos familiares como soportes básicos de la inclusión.

Todo ello en un contexto donde no se han creado nuevas políticas públicas que hayan reducido la exclusión social, y donde la contienda política ha desplazado la cuestión social a los márgenes del debate.

Paralelamente, la polarización social, que ya detectábamos desde hace años en los aspectos materiales de la inclusión, se ha trasladado a los elementos identitarios y de carácter cultural, generando una dificultad que no beneficia a las personas en exclusión. No huimos de este nuevo reto, al que dedicaremos partes sustanciales de nuestro trabajo.

Recogemos, además, una demanda que se nos realizó en el anterior informe. Ya se intuía en aquel momento la explosión social que estaba a punto de suceder en el ámbito de la igualdad entre hombres y mujeres. ¿En qué medida la desigualdad entre ambos se encuentra presente en el espacio de la exclusión social? Hemos introducido en este informe una especial mirada a esta cuestión.

La Fundación FOESSA acomete este VIII Informe siendo consciente de los desafíos que nos esperan en la cada vez más compleja radiografía de la inclusión en España. Siempre que los Informes FOESSA han salido a la luz han provocado respuestas desde las diferentes instancias involucradas en la gestión de lo público y de la iniciativa privada y desde las formaciones que desarrollan la tarea de la oposición política. No podría ser de otra manera cuando los informes caracterizan el desarrollo de un país, y más desde la mirada de las personas perdedoras. Espero que su lectura “desapasionada” nos llene de esperanza e ilusión en el trabajo que tenemos por delante.