07 Septiembre 2022

Los sectores más vulnerables de la población sufren peores condiciones laborales

Empleo agrícola y cuidado de mayores e infancia son los empleos con mayor precariedad.

La mayor parte de los sectores excluidos se emplea en puestos de trabajo «normalizados», aunque no por ello de calidad. En el contexto europeo se habla desde hace décadas de una progresiva tendencia a la polarización del nuevo empleo creado, fundamentalmente en el sector servicios, que va de la mano de la creación de puestos de trabajo altamente especializados, a la vez que aparecen puestos, en algunos casos vinculados a nuevos nichos de empleo como el sector de los cuidados, altamente precarizado. Esta situación ha sido constatada también en el caso español. El sector servicios es además donde esta polarización del empleo se hace más presente.

En este contexto, aparece un incremento de la proporción de personas en exclusión empleadas en puestos del sector servicios, a la vez que se mantiene el peso de este sector de actividad entre la población integrada. Además, el 19,1% de la población en exclusión social severa se encuentra empleada en el sector agrícola, caracterizado por la estacionalidad de sus tareas, y ligado a altos niveles de temporalidad y a una menor protección social.

En la crisis del coronavirus encontramos un acceso preferente de los sectores más vulnerables a empleos precarios, a ocupaciones elementales de la agricultura (para quienes se encuentran en situaciones de exclusión severa) y del sector servicios para el conjunto de los excluidos. En 2020 se perdieron un 9,4% de los empleos en los puestos bajos de la escala ocupacional y en 2021 se recuperaron solamente la mitad. Este dato, junto con el aumento del peso de las ocupaciones elementales en los sectores excluidos, apunta a una inserción de los vulnerables en empleos precarios, que podrían ser rechazados por otros grupos sociales con mayor capacidad de negociación.

En cuanto a la temporalidad y la jornada, el tiempo trabajado es cada vez menor en los sectores excluidos y las «opciones» por alargar las jornadas para conseguir más ingresos son ahora menores. Disminuye de manera clara la población en exclusión social severa empleada en jornada «típicas», de entre 37 y 40 horas a la vez que aumentan las personas que trabajan menos de 20 horas. En un contexto de recuperación a diferentes niveles, el empleo disponible parece no ser el suficiente como para permitir estrategias de supervivencia presentes en otros momentos alargando las horas de trabajo para poder llegar a fin de mes, ya que se reducen las personas en situación se exclusión social severa que trabajan más de 40 horas a la semana.

Distribución de la población ocupada por grupos de exclusión en función de su situación en el mercado laboral

Tasa de exclusión del empleo para el total de la población, para la población excluida y para la población en exclusión social severa

Fuente: FOESSA a partir de EINFOESSA 2018 y 2021.
A pesar de que las encuestas son de 2018 y 2021, la información sobre la actividad económica está referida al año anterior de la encuesta, es decir, 2017 y 2020.