26 Abril 2023

Se mantienen los problemas estructurales pese al retroceso de la desigualdad, pobreza y exclusión social

Analizamos los datos oficiales que el INE publica en la nueva edición de la Encuesta Condiciones de Vida.

Algunos signos de mejoría en desigualdad, pobreza y exclusión social que no consiguen esconder que son problemas estructurales en España

El pasado 24 de abril, el INE publicó la nueva edición de la Encuesta Condiciones de Vida, datos oficiales sobre el estado de la pobreza y/o la exclusión social en nuestro país para el año 2022. 

A primera vista estos datos nos aportan algunas buenas noticias con respecto del año 2021 a través de la reducción de la desigualdad de ingresos entre la población (-3%), la tasa de pobreza (-6%) y/o exclusión social, AROPE (-6,5%). Sin embargo, al permanecer altos estos datos evidencian que estos problemas son algo estructurales en nuestro país.

Lejos de triunfalismos, es fundamental realizar un análisis detallado y con prudencia ya que son cifras que siguen muy por encima de los niveles de la Unión Europea y lejos de los objetivos marcados para el año 2030. Además, las cifras de pobreza son especialmente altas si consideramos algunos grupos poblacionales con mayores factores de vulnerabilidad: éstos son, las niñas, niños y adolescentes (32,2%), las personas de origen migrante extracomunitario (52,6%), las mujeres (21,1%) y las personas con estudios primarios o inferiores (29,2%), entre otros.

Asimismo, para mirar los resultados con mayor asertividad, es importante señalar además algún apunte metodológico previo. Los datos de ingresos disponibles por los hogares en España que acaban de publicarse son referidos al año anterior a la realización del trabajo de campo, es decir corresponden a 2021. Por tanto, los datos de desigualdad de renta o pobreza que presentan una clara mejoría, sin embargo, no recogen todavía los efectos adversos de la crisis de inflación de 2022, sino que son todavía datos que reflejan el final del impacto de la crisis económica y social derivada de la pandemia de COVID-19. En otras palabras, es importante mostrar cautela antes de presagiar un verdadero cambio de tendencia.

Por su parte, en términos de privación material, los datos sí recogen la realidad del año 2022, es decir que recogen parcialmente el resultado de la persistente crisis inflacionaria que analizábamos desde FOESSA en el mes de noviembre de 2022 (Análisis y Perspectivas 2022: El coste de la vida y Estrategias familiares para abordarlo). Pues bien, aunque se observe una mejoría en términos globales del indicador (-7,2%), tiene que ser matizada por el empeoramiento de algunos indicadores clave que dan cuenta de la profundidad de la crisis inflacionaria y pueden presagiar futuros nuevos incrementos de las situaciones de pobreza en las familias.

Concretamente se constata un cierto empeoramiento de algunos indicadores de privación material como: no poder permitirse mantener la vivienda a temperatura adecuada (+16,4%); no poder permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días (+7,8%), o no tener capacidad para afrontar gastos imprevistos (+5,7%).

Por último, cabe aportar matices también en el caso del gran descenso (-25,9%) en los hogares con baja intensidad del empleo. Al igual que los datos de renta, este indicador se ha construido también a partir de datos referidos a 2021, es decir que recoge sólo la recuperación de la pandemia, pero todavía no refleja los eventuales efectos positivos de la reforma laboral cuya entrada en vigor ha sido progresiva a partir del 31 de diciembre de 2021.

En resumen, las noticias son bastante buenas, pero los titulares sólo muestran una realidad parcial que requiere de un análisis más pormenorizado. En todo caso, ya podemos afirmar que con los datos brutos que disponemos hoy, es primordial seguir actuando y reforzar los mecanismos de protección social por la vía de los ingresos como de la vivienda. Es necesario seguir recuperando el empleo, un empleo estable y digno, pero mientras tanto necesitamos de una garantía de ingresos, protección a la familia y políticas de vivienda suficientes. 

 

 

 

[1] Esto se da para todos los indicadores que se construyen a partir de los ingresos: renta anual disponible, Tasa de riesgo de pobreza, Tasa AROPE (por su componente Riesgo de Pobreza), Desigualdad: GINI y S80/S20.