01 Junio 2023

Más allá del 1 de mayo, una llamada a la acción

Un mes después del día Internacional de los Trabajadores, señalamos la necesidad de seguir avanzando en derechos laborales.

La conmemoración del 1 de mayo, como Día Internacional de los Trabajadores, nos recuerda el eco resonante de la lucha obrera y la necesidad de reflexionar y reivindicar, a la vez que celebrar, la necesidad de seguir avanzando en derechos laborales o, sencillamente, que el trabajo se convierta en una realidad para las personas que no tienen acceso a un empleo decente.

Cada año, habiendo quedado el 1 de mayo atrás en el calendario, la llamada que se realiza ese día debe continuar y persistir trascendiendo al tiempo, invitándonos a asumir la responsabilidad que tenemos toda la ciudadanía de construir un futuro laboral justo y equitativo.

Si bien España cuenta con una amplia legislación laboral, es cierto que aún existen desafíos en la innovación, efectividad en la aplicación y protección de los derechos laborales. Junto a las reivindicaciones necesarias para que exista un empleo decente, como garantizar salarios y condiciones dignas, igualdad salarial entre hombres y mujeres, salud y seguridad laboral, formación continua y protección contra el acoso, también surgen otras demandas a las que la sociedad está comenzando a ser más sensible. Entre estas se encuentran el derecho a la conciliación personal y familiar, el derecho a la desconexión digital y el derecho a la flexibilidad laboral. Es fundamental abordar estas reivindicaciones para avanzar hacia un entorno laboral más justo y adaptado a las necesidades de las personas trabajadoras.

Acompañando esta situación de derechos, resulta necesario abordar la otra cara de la moneda con la realidad del mercado laboral que tenemos en nuestro país.

Es ampliamente conocida la situación a la que se enfrentan los jóvenes en el mercado laboral, donde el talento que han desarrollado, a través del sistema educativo y el esfuerzo de sus familias, no logra ser absorbido (recordemos que ostentamos el dudoso título de campeones de la Unión Europea en cuanto a tasa de desempleo juvenil con un 29,9%[1]).

Asimismo, se observa el desmantelamiento de la generación de empleo en las zonas rurales o menos densamente pobladas, incluso ciudades medianas, obligando a las personas trabajadoras a desplazarse a grandes ciudades que actúan como focos absorbentes de riqueza personal y profesional con la consecuente pendiente resbaladiza que conlleva de desarrollo de las regiones y garantía de acceso a los servicios públicos.

Además, nos encontramos con un mercado laboral que, a pesar de las reformas y bonificaciones aprobadas a principios de año y que podemos calificar como insuficientes, no es justo con las personas mayores de 45 años que son tachadas como “excesivamente mayores” y, por ende, incontratables. Por si fuera poco, encontramos a miles de personas en situación administrativa irregular que, pudiendo y queriendo trabajar, se les invisibiliza y no se permite.

Pero, esta realidad, que tiene rostros de personas, nos debe interpelar, siendo una invitación para seguir construyendo políticas públicas efectivas que aborden las deficiencias del mercado laboral a la vez que garantizan un trabajo decente, pudiendo ser, algunas de estas, las siguientes:

  • Impulsar la creación de empleo estable y a tiempo completo, asegurando que los contratos indefinidos a jornada completa sean realmente una opción viable para los trabajadores, sin tener que recurrir al pluriempleo.
  • Impulsar políticas que de verdad acaben con la temporalidad en el trabajo. Para ello se debe luchar contra el trasvase de trabajadores que se produce de los ya extintos contratos temporales a los fijos discontinuos u otras fórmulas que enmascaran la realidad de la temporalidad de nuestro mercado y que continúa existiendo a pesar de la última reforma laboral.
  • Regular el “troceo” de jornadas laborales, evitando que los trabajadores se vean obligados a realizar varias actividades con horarios fragmentados que afecten su estabilidad y bienestar.
  • Mejorar la protección social y el acceso a prestaciones por desempleo, adaptando los sistemas de protección pública al nuevo panorama laboral y asegurando que los hogares en situación de inestabilidad laboral grave reciban el apoyo necesario.
  • Abordar las desigualdades salariales, especialmente entre hombres y mujeres y respecto a trabajadores extranjeros, promoviendo la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor y erradicando la discriminación salarial. A la vez favorecer, mediante bonificaciones u otros sistemas, que a los trabajadores se les revalorice el salario adecuándose al contexto de inflación y coste de vida, de la misma manera que se reconoce su actividad profesional.
  • Reforzar la regulación y protección de los trabajadores en sectores vulnerables, como el trabajo doméstico y de cuidados, garantizando sus derechos laborales y salariales.
  • Fomentar políticas de desarrollo económico y creación de empleo en sectores con alta estacionalidad y en regiones en proceso de despoblación, reduciendo la dependencia de actividades temporales y promoviendo la estabilidad laboral.
  • Implementar jornadas de trabajo más reducidas de las actuales 40 horas semanales, permitiendo a las personas trabajadoras poder cuidarse a sí mismas y a su entorno familiar y social, a la vez que se establecen otros mecanismos que permitan esa conciliación de forma gradual.
  • Fortalecer la coordinación entre los diferentes actores involucrados, incluyendo organismos públicos, empresas, sindicatos y organizaciones sociales y del tercer sector, para diseñar e implementar estrategias integrales que aborden la precariedad laboral y promuevan el trabajo decente.

El trabajo no debe provocar que las personas se conviertan en esclavos.

Son demasiados los hombres y mujeres que, deseando trabajar, no pueden por tal y como está configurado el sistema en nuestro país. Y, a su vez, encontramos también tantos hombres y mujeres que, a pesar de estar trabajando, se encuentran esclavizados por unos empleos que, además, solo les da para sobrevivir.

Esos ecos de la historia que recordamos cada 1 de mayo y que nos han traído al día de hoy, deben servirnos de aliciente para imaginar y soñar el escenario laboral del mañana. El mundo del trabajo está listo para acometer los nuevos desafíos productivos. Es crucial que abordemos de manera efectiva los temores que pueden surgir a raíz de los avances tecnológicos y el contexto mundial de crisis en el que nos encontramos. Debemos convertir estos desafíos en una oportunidad para impulsar una nueva revolución laboral y de mercado, que tenga como verdadero objetivo el aumento de derechos, bienestar social y de seguridad de las familias.